lunes, 27 de abril de 2015

La libertad animal.



Se podría decir que el espíritu está determinado a factores completamente culturales. La sociedad en la que nacemos, la familia, los factores del espacio, nos determinan.  Pensamos de acuerdo a una serie de condiciones que se nos han presentado.  De modo que la falta de educación crearía una consciencia más débil, que sumida en la ignorancia estaría manipulada por esa lógica contextual,  y ciertos seres electos, castas intelectuales, están libres de los prejuicios de barbarie de la mediocridad. Yo, obviamente, no estoy incluido en ese espectro, pero voy a hacer de cuenta que sí.  La casta intelectual se proclama pensadora y reflexiva, dejando a las demás castas en un nivel inferior dentro de la jerarquía de la libertad. Sin embargo, si el ser mediocre es dominado por ciertas lógicas, de acuerdo a los elementos que ha tenido a disposición (mediocres), ¿qué es lo que libera al espíritu? ¿Qué lo hace crítico? ¿Un cúmulo de libros? ¿Un entramado de pensamientos un poco más complejo? ¿Qué hace que la consciencia sea autónoma y no una marioneta?

(La consciencia es un entramado de partes metálicas.)

(El surrealismo se convierte en humo.)

La respuesta es clara, no existe la reflexión, no existe el pensamiento propio, no existe una crítica de la propia esencia. Si estamos determinados por la sociedad y la cultura, por cada cosa que vemos y experimentamos, entonces el pensamiento crítico o reflexivo no es más auténtico que una máquina procesando  información acerca de si misma.


(El pensamiento reflexivo es una ilusión óptica.)


Por tanto, derribemos la falacia de los intelectuales. Los intelectuales no son ni la esperanza ni el futuro de la civilización. Son los poderosos que se alimentan de la barbarie del pueblo.  Son seres que atesoran conocimiento y se encargan de privarlo a la gente “mediocre”. Lo transmiten hereditariamente, generando clases aristocráticas del saber, que recelosamente poseen un espectro de información mayor que el resto.  Paradójicamente, aunque la mayoría sean educadores, el intelectual es el paradigma del anti-educador del pueblo, pues lo único que hace es generar distancia entre el conocimiento y el mismo. Aliena, se alimenta de la barbarie, y roba, aliado con la institucionalidad, al pueblo  el derecho al conocimiento.  Sin embargo, no idealicemos su saber. Su conocimiento no es un gran tesoro, una consciencia crítica ni auténtica, sino una piedra mayor  de información. Mayor lectura, mayor experiencia abstracta. Mayor instrucción. Pero nunca, una libertad. Nunca la libertad de pensamiento. Es tan sólo un mayor entramado de pensamientos. Pero todos tan predecibles e iguales,  que nunca crearán ni se transformarán en algo auténtico. Todo intelectual es un sujeto pensado.
(El intelectual es una marioneta) 

(Iluso, cree que domina una consciencia crítica.)


¿Qué diferencia a este texto de aquello?  ¿Que lo libra de estar en la misma falacia que el pensamiento crítico y reflexivo del intelectual? Es simple, la libertad de mi pensamiento no es una libertad convencional, sino animal. Tener un pensamiento animal es razonar mal, o de una manera bruta, es decir, no convencionalmente correcta. Es solitaria, y sólo se puede fundar en la fantasía y en lo falso. Adoptar esta mentalidad es ser una completa falla en el entramado de la educación. Esa falla, es una fuga que hace posible la libertad, aunque esta se funda en el fracaso o en la oscuridad. Si el telón de fondo de mi pensamiento es la irracionalidad, si lo que pienso está completamente condenado como falso o estúpido por las instituciones educadoras,  entonces lo que digo no será una consecuencia de un espectro de pensamientos, sino de una mala acción de la razón. Si estoy obligado, cual Atlas, a cargar con un mundo institucional, económico, cultural e histórico que me obliga a conectar pensamientos de una determinada manera, la liberación no se halla en pasar el peso a una institución o a una clase cultural que me libere, sino en destruir ese mundo con el error. Con la fantasía. Con el razonamiento repudiable por cualquier institución. Con el mal arte. Con la mala poesía. 

(El mal poeta es libre porque no hay adiestramiento para la falla y el error.)

Sin embargo, la libertad de pensamiento se basa en la errónea conexión entre los diferentes espacios culturales que nos determinan. Sólo así escapamos de la completa predecibilidad. Sin embargo, ¿qué es erronea?  El error educativo es se basa en la no obediencia a los dogmas del espacio convencional. De manera que si el intelectual basa su libertad en la “correcta” (según la convención) combinación de criterios reflexivos, el espíritu basa su libertad animal en la incorrecta conexión de pensamientos. ¿Qué es más libre?¿ Una máquina a la que se le ordena la auto-reflexión, o aquella que falla en cada tarea a la que se ve obligada a cumplir?






domingo, 19 de abril de 2015

La Ceguera Sublime.


¿Qué tanto nos interesa la verdad? En cuanto no tenga consecuencias prácticas aceptables, esa quimera es despreciable. Es una horrorosa combinación entre Dios y hombre, una cruz que  cada mente debe llevar el resto de su vida por el mero hecho de haber nacido en un determinado contexto. Sí, no estoy tomando a la noción de verdad como algo absoluto, sino como algo convencional. Pero aún siendo esta quimera un molde social, existe. Cada individuo se ve determinado a aceptar las reglas que el poder le impone y moverse de acuerdo al rol que tiene establecido. Aquí se da un acto estéticamente desagradable, que no se puede explicar a menos que se comprenda la noción de verdad. Piensesé en la supuesta visión divina. El conocimiento de Dios. Naturalmente, como es un ser omnisapiente, puede adivinar todas las causas y todos los efectos, de manera que no hay misterio en su razón. Todos los acontecimientos le son meramente predecibles. Por otro lado, la experiencia estética está  determinada por el asombro, y la sorpresa, pues nada que a nuestros ojos  les resulte predecible nos puede resultar bello. La impredecibilidad es la justificación de toda experiencia estética sublime y por tanto, para el ojo de Dios, no hay nada bello.  No hay nada bello porque todo le es predecible. Cuando vemos algo bello hay algo que no podemos explicar, algo que oscurece a nuestros sentidos, a nuestro intelecto, un elemento misterioso, llámesele el “don de la ignorancia” o la “ceguera sublime”. Esta ceguera Dios no la posee, y por tanto, el ojo de Dios es lo más indeseable, la visión más fea de todas. 




(El Edén para Dios es el infierno de la causa-efecto)


Sin embargo, traslademos este esquema a las sociedades actuales. Todo es un mecanismo, la sociedad funciona de acuerdo a los roles que interpreta cada individuo. El mecanismo social es asquerosamente predecible. Todos sabemos mínimamente que rol vamos a cumplir, o las posibilidades que tenemos. En base a que vamos a trabajar, en que nos vamos a desempeñar, el status económico y social que vamos a poseer, y las posibilidades de trascendencia que tenemos. El hombre utiliza a la sociedad como una coraza mecánica, como un Dios que le determina que papel cumplir. Dedica y empeña su vida a mantenerla. 



(Vivir es interpretar un rol ajeno y predecible.)

Si como dije antes, la belleza se mide en niveles de impredicibilidad o de misterio, nuestra vida y nuestra sociedad se muestran como algo repugnante al sentido estético. El vivir, el cumplir un rol, una rutina, se presenta como el acto de fealdad  más grande de todos, puesto que es algo completamente predecible. Contrario a lo que se piensa, el desarrollo del “saber”, es decir, del descubrimiento de una “única verdad”, hace más predecible la tarea. El científico (monoteísta) va al mar y pesca fealdad; la reparte para el pueblo. Construye los cimientos de una anti-obra de arte, la limitación de la ignorancia, la limitación de la impredecibilidad.


 

(La monoteización de la verdad.)


Disciplinas como el arte o la literatura quedan en un segundo plano: o funcionales al saber científico, o como exilio del mismo.  Pero nunca con el mismo Status. Por tanto, la convención se vuelve monoteísta, es decir, confía y cree en una sola verdad, y por tanto, más predecible aún. La contra-cultura es completamente dominada, y el vivir básico es el fundamento de la maquinaria. Todo hombre tiene metas definidas, sueños preestablecidos y realizados, siempre de acuerdo a la verdad.  El abismo y la ceguera, son reemplazados por la fé en lo predecible. Así, cada contexto o convención social se transforma en el paradigma de una obra 
anti-estética. Viven reguladas como si Dios las observara. Cada ser sabe que será de sí  en  treinta años, y acepta la fealdad de su conocimiento.




Esto es consecuencia del desligamiento de la estética o la belleza a la verdad. Quienes mataron a Dios, impusieron uno nuevo, mucho más feo.  Por tanto, hoy en la convención  tanto científica como artística la estética está muerta. Por eso, estos seres, se convirtieron  en críticos y aceptaron la fealdad. Volvieron-se predecibles. Ya no es posible la creación, sino el análisis. 


 (La coraza y el casco, la sociedad mecánica) 

Sin embargo. ¿hay quienes irracionalmente se proclaman ciegos?  Aquí hay uno. No temo la burla del entramado institucional. No temo a la ciencia ni al arte. Digo: “la belleza está viva” y la verdad sólo se debe corresponder a ella. Para ello es necesario el mito, la ceguera, y la irracionalidad. Si acepto la convención le estoy dando el poder de leer mi mente. En tanto, cegándo mi intelecto, le otorgo impredicibilidad. Si me rehuso a pensar con las armas que la institucionalidad me brinda, estaré por lo menos haciendo mi obrar una experiencia estética.  No hay verdad, apliquemos entonces, esa premisa.



(Los ojos, voluntariamente, se ciegan.) 



(El ser a oscuras, el ignorante, se vuelve impredecible.)



 (La belleza necesita de oscuridad.)




sábado, 11 de abril de 2015

La soledad animal y la materia oscura de lo social.

(Los ojos subjetivos, oscuros,  crean el mundo en que habitamos. )

Una de las consecuencias directas de la asimilación del individuo en la carne y la sangre es la inminente soledad. No solo por las ataduras y cadenas que se romperían  al dejar de representar roles sociales preestablecidos, sino por la solemne  verdad de que como hombres  e individuos estamos solos. Sin desligarme del cuerpo, o meterme en la idea de un “yo” cartesiano, es decir un espíritu que vive encerrado en su cuerpo, puedo afirmar que tanto espíritu como caos están completamente solos. Vivimos solos, comemos solos, respiramos solos, pensamos solos y sentimos solos. Todo intento de comunidad es una farsa, sino se hace objeto.  Si no se pierde la conciencia y se entrega al individuo a una deidad irracional que represente un Uno,  algo permanecerá que nos separe como seres humanos, llamo a esto la materia oscura.  La materia oscura es aquel océano sobre el cual se funde toda sociedad. Es el abismo entre dos almas, el desolado desierto entre dos soledades. 




(El auténtico atuendo, la oscuridad)

(El ojo social, iluso, construye moldes)

(La subjetividad humana, guíada por el ojo social,  crea un gráfico que no  captura nada del  otro individuo)

La ignorancia de este abismo crea una falsa idea de comunidad, que mientras viva solo alcanzará frustración. Siempre habrá mal, conflicto, y guerra debido a esta naturaleza.  Ese océano oscuro, ese telón negro, es un espacio de poder. Cuando dos individuos se enfrentan, dialogan o se aman, están improvisando sobre esa negrura, están batallando por aquel campo, y quien prevalezca, impondrá su arbitrio a la solemne oscuridad.


(La pesona somete su mundo interior al espacio oscuro)

 (Triunfa, pero mediante la destrucción de cualquier limitación ajena)


Incluso este texto es un intento por demarcar ese espacio, por definirlo, por imponer un concepto. Pero no me interesa, doy fe, delimitar la mentalidad de nadie. Sólo dar consciencia de la negrura que todos miramos a diario. Sólo con la comprensión tanto espiritual (pensamiento) como caótica (emocional) de ese óceano, podrémos  ahogarnos en él sin  perder nuestra vida. Estamos solos, animales como hombres. La interacción de unos con otros, por ende, no es perfecta.  Está separada por la soledad negra. De allí se construyen las bases para toda sociedad y cultura. Pero está cultura nace del dolor, y no se puede pretender luz del abismo.  Quien salte, debe tener en mente que  no nos rige el sol, sino la bella Selene. La materia oscura es aquello que compartimos con todo ser humano, y debemos ser cuidadosos a la hora de batallarla. El individuo es su propio rey, y el elíseo oscuro, su propio reino.





(El ser humano se hace consciente de la materia oscura)

(Se hace presente en ella, aceptando su soledad, y la oscuridad de sus ojos) 

(El molde es eliminado)