(El Edén para Dios es el infierno de la causa-efecto)
Sin embargo, traslademos este
esquema a las sociedades actuales. Todo es un mecanismo, la sociedad funciona
de acuerdo a los roles que interpreta cada individuo. El mecanismo social es asquerosamente predecible. Todos sabemos
mínimamente que rol vamos a cumplir, o las posibilidades que tenemos. En base a
que vamos a trabajar, en que nos vamos a desempeñar, el status económico y
social que vamos a poseer, y las posibilidades de trascendencia que
tenemos. El hombre utiliza a la sociedad
como una coraza mecánica, como un Dios que le determina que papel cumplir.
Dedica y empeña su vida a mantenerla.
(Vivir es interpretar un rol ajeno y predecible.)
Si como dije antes, la belleza se mide en niveles de impredicibilidad o de misterio, nuestra vida y nuestra sociedad se muestran como algo repugnante al sentido estético. El vivir, el cumplir un rol, una rutina, se presenta como el acto de fealdad más grande de todos, puesto que es algo completamente predecible. Contrario a lo que se piensa, el desarrollo del “saber”, es decir, del descubrimiento de una “única verdad”, hace más predecible la tarea. El científico (monoteísta) va al
mar y pesca fealdad; la reparte para el pueblo. Construye los cimientos de
una anti-obra de arte, la limitación de la ignorancia, la limitación de la
impredecibilidad.
Disciplinas como el arte o la literatura
quedan en un segundo plano: o funcionales al saber científico, o como exilio
del mismo. Pero nunca con el mismo
Status. Por tanto, la convención se vuelve monoteísta, es decir, confía y cree
en una sola verdad, y por tanto, más predecible aún. La contra-cultura es completamente dominada,
y el vivir básico es el fundamento de la maquinaria. Todo hombre tiene metas
definidas, sueños preestablecidos y realizados, siempre de acuerdo a la
verdad. El abismo y la ceguera, son
reemplazados por la fé en lo predecible. Así, cada contexto o convención social
se transforma en el paradigma de una obra
anti-estética.
Viven reguladas como si Dios las observara. Cada ser sabe que será de sí en
treinta años, y acepta la fealdad de su conocimiento.
Esto es consecuencia del desligamiento de la
estética o la belleza a la verdad. Quienes mataron a Dios, impusieron uno
nuevo, mucho más feo. Por tanto, hoy en
la convención tanto científica como
artística la estética está muerta. Por eso, estos seres, se convirtieron en críticos y aceptaron la fealdad. Volvieron-se predecibles. Ya no es posible la
creación, sino el análisis.
(Los ojos, voluntariamente, se ciegan.)
(El ser a oscuras, el ignorante, se vuelve impredecible.)
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