De carne podrida
Por conceptos victoriosos.
Me llevaré al abismo
Un entramado sublime
de espinas y verbos.
El gusano roerá
Del cuerpo de un rey
Materia sublime.
La muerte es nuestro destino. Si por
eternidades infinitas estaremos tendidos en la nada, debemos prepararnos
para el viaje.
Los conceptos que usamos por convención están cansados. No
soportan la procesión. Caen muertos entre las flores y la multitud. El abismo
se alimentará gozoso de tanta debilidad. Moriremos olvidados y solos. Seremos
un cuerpo más en un mar de cadáveres.
Sólo el rugido
sobrevive hasta la muerte.
Es tiempo de herir los viejos conceptos. Destruir templos y
crear nuevos. Adaptar el concepto a la furia. Reclamar el verbo salvaje. Es tiempo de construir un
entramado de conceptos que formen una corona, que llevaremos pálidos y triunfantes en la
muerte.
¿Qué es la corona? Es
un astro murciélago. Un sol que ilumina con oscuridad. Una nube sin agua que se
posa en nuestra cabeza, una enredadera otoñal doblemente muerta. La corona es el coro de conceptos que harán
sublimes nuestra carne, y la prepararán para el gusano.
Vamos a morir y sólo tenemos autonomía sobre nuestro cuerpo
mediante el concepto y el lenguaje. No podemos esperar más. Debemos podrir
nuestra carne con sublimidad y brillantez.