martes, 24 de noviembre de 2015

Corona de Carne






Una corona en la frente
 De carne podrida
Por conceptos victoriosos.

Me llevaré al abismo
Un entramado sublime
de espinas y verbos.

El gusano roerá
Del cuerpo de un rey
Materia sublime.


La muerte es nuestro destino.  Si por  eternidades infinitas estaremos tendidos en la nada, debemos prepararnos para el viaje.

Los conceptos que usamos por convención están cansados. No soportan la procesión. Caen muertos entre las flores y la multitud. El abismo se alimentará gozoso de tanta debilidad. Moriremos olvidados y solos. Seremos un cuerpo más en un mar de cadáveres.

Sólo el rugido sobrevive hasta la muerte.




Es tiempo de herir los viejos conceptos. Destruir templos y crear nuevos. Adaptar el concepto a la furia. Reclamar  el verbo salvaje. Es tiempo de construir un entramado de conceptos que formen una corona,  que llevaremos pálidos y triunfantes en la muerte.

Avecina la corona a la cárne trémula.





¿Qué es la corona?  Es un astro murciélago. Un sol que ilumina con oscuridad. Una nube sin agua que se posa en nuestra cabeza, una enredadera  otoñal doblemente muerta.  La corona es el coro de conceptos que harán sublimes nuestra carne, y la prepararán para el gusano.


Vamos a morir y sólo tenemos autonomía sobre nuestro cuerpo mediante el concepto y el lenguaje. No podemos esperar más. Debemos podrir nuestra carne con sublimidad y brillantez.

 Debemos dejar un cuerpo sabio, soberbio, crucificado a conceptos grandiosos.  No podemos dejarle  mediocridad al vacio. El abismo es tiniebla y sólo  seremos dignos de él si nos coronamos en oscuridad. Si mediante el asesinato interior reclamamos en el cadáver una belleza mayor.  Si forjamos en nuestra carne una corona que muestre el triunfo de nuestra existencia.


Marcos Liguori.




martes, 10 de noviembre de 2015

Fuga de la Piel.






En el malestar de la consciencia se halla la fuga. Así como en la muerte, los conceptos se derriten cuando avecina la fiebre. La crueldad de las formas tiene una debilidad, un punto de escape: el placer de la desfiguración.


Sacrifico mi ardor
Al canto de los músculos
Quemo conceptos en  sudor.

Toda abstracción es un pecado
En el limbo
De mis sensaciones.


Siento tanto calor en mi rostro, que la tierra húmeda es un lecho confortable. Deseo solo la brisa. Cualquier catedral se me hace repudiable. La desnudez es mi única religión.


Acaricio mi piel
Deseo tocar la tierra
Y besarla.


Me he dedicado al placer. He hecho de las voluptuosidades un santuario. Los cuerpos se degradaron en belleza material. ¿Son algo ante la muerte?
Lamentablemente nada. La inconsciencia y el abandono adivinan en su predecible final que  sin concepto no hay salvación. La frente desnuda es débil. Es necesaria la corona.








Marcos Liguori.








lunes, 2 de noviembre de 2015

Crucifixión







Les juro que así será,
En el verbo escupiré mi carne,
Y todo tendrá un nombre.
La corona será para  quien
La soporte.


Vivimos en el horror y el peso de ser nombrados. El lenguaje forja una mente sólida, fría y solemne. De pronto las inmensidades se ven reducidas a verbos y sustantivos. Las emociones de la carne son predecibles y tratables. El dolor es una cualidad. Nuestra razón, calma y serena, domina toda oscuridad.

*Sin embargo, la carne tuvo que soportar la tortura.*


Sueño con  carne ahumada,
Que me abraza y me canta al oído,
Serenatas del dolor.



El verbo es la cruz intelectual. La teoría escupiendo sobre el salvador. Nuestro único medio es el cuerpo, y en vez de arrojarle rosas, le arrojamos conceptos. La carga se hace pesada. Llevar conceptos en la espalda es cargar el mundo. Nuestros músculos, sedientos y azotados, cesarán en delicia de portar la cansada madera.

*Nuestro cuerpo caé rendido. Y no caemos sólos. Caemos con todos las bestias de la razón. Con los salvajes. Con los ignorantes.*

Los conceptos obligan a seguir la marcha. Mientras nuestra carne, ególatra, fantasea con ser única, catedrales crecen como la hierba. Somos seres prescindibles. Podemos morir y al mundo no le importará. Nuestra pasión es la única obra que hará justicia al ego.



*Muere en la cruz la carne desnuda. Se insarta en el cráneo la espina del concepto.*

El lenguaje reverencia al cielo. Pide respuestas. Pero el cielo no habla. Dios no habla. La gran inmensidad es indiferente a los gemidos de las palabras. Sólo la  fría brisa responde a la carne semi muerta, por su color pálido. 




La belleza bendice
El sonido del clavo
Mis latidos son victorias.

Me esfuerzo por vivir, potencio mis sensibilidades. Cada respiración es una batalla. Siento cada parte de mi doliente cuerpo. La oscuridad es mi único contraste. Mi único viaje y destino. Estoy muriendo, todo lenguaje me abandona. Pronto me uniré a la nada sin verbo. Al abismo sin conceptos. Sin embargo, la corona seguirá en mi frente.




Dolorosa Corona de conceptos
Adorna el cuerpo del salvador
La flor se marchita y la carne arde el sol
La horrorosa razón,  ilumina abismos




Marcos Liguori.