sábado, 13 de febrero de 2016

La Belleza y La Mancha




Beatriz es lodo
Al final sólo existe
Un santo vacío
Que varía
En coro maldito
De Intensidad a Ocaso.

Si confío mi belleza a un Dios, a Beatríz, o a la idea de divinidad no soy más que barro aspirando a ser oro. En mi religión hay una falacia, una ilusión, un temor a la pérdida que se transforma en mancha y esplendor.  Si decido adorar la belleza la someto a una ley. Y someter la belleza a una ley es darle un carácter predecible.

Si deseo que lo bello se mantenga igual, que la intensidad con la que aspiro a la vida esté quieta, siempre presente, estoy aniquilando a Venus. Estoy encadenando en el cielo mis admiraciones. 

Un destello de luz ciega el centro humano y todo permanece callado. Nada volverá a cambiar.  Una deprimente reflexión sugiere  que me até al mástil cuando añoraba tormento. Si quiero “ser sublime a todo momento”* ¿no quemaré esa intensidad con tal rutina? ¿Con su horario solar?  De tanto mirar al espejo éste se embarra.

Una serena depresión me colma. Todo se hunde. Nada brilla. El asco reina. La beatitud que adoré sólo duró un corto tiempo. Y cuando pido ayuda a Dios, me da su luminosa espalda.  Me abandona de nuevo.

Beatriz, a la diestra de Dios
Se ríe de mi tragedia
Y Le lanza
De vez en cuando
Una caricia. **



Traicionado,  la cólera me colma.  Deseo ver arder la luz en su imundicia.  Insultar Su sangre y colmarme de oscuridad

Renunció a Dios.



Cuando la belleza divina demuestra ser una falacia,  mi pecho  idea un cambio: animalizar mis conceptos. Dotarles de sangre y carne. Crear mi propia divinidad y hacerla mundana y material. Coronar mis pasiones en un cuerpo sublime que dé a la belleza justicia. Que la lleve a su explosión.  

¿Cómo la belleza puede sobrevivir sin cansarse? ¿Sin ser monótona? Muriendo.


El secreto de la existencia se encuentra en el gusano. Sin la muerte, la belleza sería siempre igual, predecible y estática. Por eso Dios no existe, no puede  y no debe existir. Si ilumina nuestras vidas hay que cegarlo y tomar su lugar, pues cuando Dios muere, el hombre es rey.***



Me corono en oscuridad.
El gusano me hace rey
Y reclamo mi siniestro reino
Destinado
A la descomposición.
Por qué soy fugaz
Soy bello.


Para preservar la belleza sin que se vuelva rutinaria debo matarla a momentos y crear su antítesis. Debo crear una anti-belleza que me de intensidad. Debo cambiar como la marea. Varíar entre lo sublime y lo mundano todo el tiempo. En la creación de esta Némesis, viviré solemne. Será mi palacio. Un eterno escenario, un eterno conflicto en el que el protagonismo varíe cual péndulo, preservando así la intensidad . Si creo una materia oscura, una contra-belleza que mantenga a su vez mi  estética habré formado la corona que portaré triunfante ante la vida, la muerte y las siniestras ilusiones que hacen del tiempo algo menos pesado y amargo.****






* Referencia a la frase de Baudelaire: "Hay que ser sublime son interrupcion. El dandy debe vivir y morir ante el espejo."

**Basado en el poema La Beatriz de Baudelaire.

***Referencia a los versos del poema Sol y Carne de Rimbaud: "(...)Y sin embargo, ya no hay Dios ¡Ya no hay Dios! ¡Hombre rey!(...)"

****Referencia al verso del poema Himno a la Belleza de Baudelaire: "(...)igual da si haces menos horrible el mundo y menos pesado el tiempo."

 Marcos Liguori.