Ya solo besa,
La frente,
De la mediocridad.
¿Como vivir en un pantano de ideas?
Sólo Dios,
puede llamarle,
vida al barro
Pero Dios no existe.
Una corona blanca y luminosa
cae sobre el barro. El abismo devora, con sus tres bocas, cadáveres sin
corazón. Sus ojos negros, lloran triunfantes, la carne podrida de la
razón.
Miles de conceptos se ahogan
en ríos negros. Los cuerpos desprenden un gas mortal. Se retuercen sus
significados, cual espectros, en un mundo dónde la hierba es estéril. Las
moscas avecinan sus patas al hierro blanco. El hedor se funde en el aire.
Una máscara cubre mi rostro.
Me hace invulnerable al gas, puedo respirar en lo póstumo.
La fe mata. Creer en las palabras es envenenar el cuerpo. Es beber la cicuta en vano. Morir por una idea es algo insignificante. La tradición mintió: el espíritu es la cárcel de la materia.
Con mi máscara soporto el
vacío. Soporto el tóxico que desprenden los conceptos fenecidos. Soporto no creer.
Sin embargo, muerto el sol,
aún sigue quemando. Las personas juegan con el lenguaje, entre el hedor y las
moscas. Algunos creen en el sentido. Hacen arte, filosofía, crítica, se
plantean cuestionamientos profundos. Desde la máscara, sólo veo un horrible
danza de cadáveres. Veo a la gente bailando en medio de la peste, entre las
ratas. Todo esto es póstumo.
Mi máscara filtra la fé, pero
permite ver las formas, sin creer en su contenido. Como leer un salmo
a Dios sabiendo que
no existe.
El corazón
de los conceptos se pudrió, peroqueda un lenguaje: las superficies, los cadáveres, el
dibujo de las palabras. Sobrevive a la nube tóxica una estética póstuma.
Ya no hay catedrales, sino
piedras, y solo se pueden acariciar sus formas.
Los muertos no hablan, pero
pueden bailar.
Marcos Liguori.